El proyecto liderado por Eduardo, Diego y Nina Pulenta refleja una mirada propia dentro de un legado vitivinícola de más de 100 años.
La Familia Pulenta ha estado ligada a la viticultura Argentina por cuatro generaciones. La primera viña fue plantada por los hermanos Pulenta en 1912, hijos de Angelo Pulenta y Palmina Spinsanti, quienes habían llegado a la Argentina, provenientes de Ancona, Italia, 10 años antes. La segunda generación fue dirigida por Don Antonio Pulenta, quien recibió su título de enólogo. A él le siguió Eduardo, 3ra generación de Pulenta, que siguió con los pasos de su padre Antonio, se recibió de Licenciado en Enología y a fines de los 70s expandió el negocio de los vinos Pulenta y lo consolidó. En 2002 nació Pulenta Estate, como parte de los festejos por el aniversario de los 100 años de la llegada de Angelo y Palmina a Argentina. Hoy en día, Eduardo (hijo) y Diego Pulenta, son parte de la 4ta generación en Pulenta Estate, a la que también se sumó Nina Pulenta.
Ellos tres, juntos, acaban de lanzar La Flor Chardonnay. Este proyecto, liderado por Eduardo, Diego y Nina Pulenta, junto al equipo más joven de enólogos de la bodega, nace con el espíritu de contar su propia historia y dejar su huella en un legado familiar de más de 100 años.
Argentina: Un "terroir" excepcional para espumantes que desafía al champagne francés
"La Flor", un Chardonnay con impronta propia
“Desde que tomamos La Flor en nuestras manos, supimos que debía crecer con nosotros. Cada vino de esta línea es una pieza de nuestra historia, una mirada propia dentro de un legado de más de 100 años. Y dentro de esa evolución, diseñar un Chardonnay para La Flor era un paso natural” expresa Nina Pulenta, Brand Ambassador para Europa y Asia.
El Chardonnay es un ícono del mundo del vino, un varietal que ha conquistado generaciones y fronteras. Pero para la familia Pulenta es, sobre todo, un recuerdo. De la mesa familiar, de las conversaciones interminables y de Don Antonio, el abuelo que nunca dejaba faltar un buen vino blanco en su copa.
“Cuando decidimos sumar un Chardonnay a La Flor, le dimos nuestra impronta. Siempre que pensamos en diseñar un nuevo vino, evaluamos qué propósito tiene dentro de la línea. Tratamos de tener una mirada responsable sobre el manejo de nuestros productos. Eso también es sustentabilidad, no sacar un vino por mostrar una novedad, sino porque tiene un lugar en el mundo” comentó Diego Pulenta. El vino ya está en camino a Europa para el verano del hemisferio norte y por eso el lanzamiento mundial es en mayo. “La demanda por otros vinos de Argentina, como los vinos blancos está creciendo. Vemos la curiosidad que hay en otros países por nuestros vinos. Hace ya más de veinte años que exportamos y por suerte seguimos en un camino de crecimiento con Pulenta Estate, nos reconocen por sobre todo la calidad y el estilo”, concluye Pulenta.
Tips a tener en cuenta al momento de asegurar una producción vitivinícola
Este Chardonnay es un vino vibrante, fresco, con una intensidad aromática característica de Mendoza y de su terroir de altura, en Alto Agrelo. A diferencia de otros vinos del mismo varietal, el equipo trabajó este Chardonnay con un breve paso por madera, que le aporta complejidad sin perder su carácter frutal, donde los cítricos y la frescura son protagonistas. Se utiliza solo roble francés, ya que es el perfil que buscaron trabajar, pero roble de tercer uso para que el aporte sea delicado y medido. No es frecuente ver tanto cuidado para la línea joven de una bodega, pero esa es la diferencia cuando la familia está involucrada en el proceso; sobre todo una familia con la historia en la industria de los Pulenta.
Hace ya 3 años que La Flor cambió su imagen, un re branding radical y poco visto en la industria. El nuevo Chardonnay de La Flor sostiene la misma imagen, con una botella elegida especialmente para este vino con un color verde tenue que además también es una botella ecológica.
“La verdad es que el cambio de La Flor ha sido una revolución. Nos lo elogian muchísimo, tanto la etiqueta como la manera que estamos comunicando la marca en redes sociales y en presentaciones – no es algo que se hacía en el mundo del vino. Estamos muy contentos con mis primos porque no es fácil animarse y ha sido un éxito. Sin dudas que el producto tiene que estar a la altura, y nuestra calidad siempre es el punto de partida. Pero fue toda una apuesta y nos lo reconocen mucho, sobre todo diseñadores, artistas que son nuestro público” comentó Nina Pulenta. “Tratamos que La Flor sea fuente de inspiración, los productos, lo que contamos. Nos esforzamos en redes por compartir como elaboramos el vino, pero de una manera quizás más poética, transmitiendo lo que nos genera a nosotros. También compartimos ideas, arte, arquitectura. Es como un mood board de inspiración, un espejo de lo que nos pasa cuando hacemos estos vinos” finaliza Nina.
Así nace La Flor Chardonnay, como cada vino de esta línea: la esencia, con la historia y con el deseo de compartirlo de esta cuarta generación de bodegueros.



